EL DILEMA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

Sección opinión Diario Concepción por Dr. Carlos Rey Barra

EL DILEMA DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
La inteligencia artificial (IA) ha experimentado avances impresionantes en los últimos años. Innovaciones poderosas, generadas por distintos actores destacados en la industria de las ciencias de la computación, como Google, Microsoft y NVIDIA, han presentado en muy poco tiempo progresos significativos en IA, lo que ha llevado a consecuencias tanto positivas como negativas para la sociedad.

OpenAI (una compañía de IA, en la que uno de sus propietarios es Elon Musk) ha presentado su producto estrella: ChatGPT-4. Sin entrar en detalles técnicos, ChatGPT es uno de los chatbots más avanzados presentados en los últimos años y tiene la capacidad de responder a cualquier pregunta que se le formule. Puedes intentar preguntar: ¿Puedes escribir un ensayo sobre la Biblia?, ¿Puedes redactar en un párrafo los adelantos astronómicos de los últimos 10 años?, ¿Puedes escribir en detalle por qué se extinguieron los dinosaurios? ChatGPT lo hará de forma impecable, generando texto a nivel humano competitivo (es decir, igual o mejor que un ser humano). Por supuesto, las preguntas relacionadas con temas emocionales tienen respuestas predefinidas… por ahora.

La semana pasada, personalidades destacadas y científicos firmaron una carta para detener durante seis meses cualquier desarrollo más avanzado que GPT-4 (base tecnológica de ChatGPT4). El problema más importante que se expone en la carta es la falta de protocolos para regular el desarrollo de la IA. Esto ocurre debido a la imparable competencia entre diversas empresas (no solo las mencionadas anteriormente, sino también entidades chinas y la compañía Meta, anteriormente conocida como Facebook) por generar los mejores modelos de IA. Esto podría traer consecuencias graves, ya que se crean herramientas que se publican sin prever o gestionar los resultados. Es decir, las compañías se enfocan en ser las primeras en generar una invención en lugar de evaluar también las consecuencias sociales, como pérdidas de empleo, procesos de enseñanza escolar y universitaria, entre otros.

La llegada inevitable de los avances en IA no podrá ser detenida. Andrew Ng, fundador de Coursera, cofundador de Google Brain e investigador en IA, afirmó que, si bien la carta es un gran paso para comenzar la regulación, esto no será posible sin acciones gubernamentales conjuntas. Países como Italia ya han suspendido el acceso a productos de OpenAI hasta que no exista regulación. Muy probablemente, otros países se sumarán a medidas similares, ya que herramientas tan potentes como estas pueden ser utilizadas de manera negativa por la población.

Hoy estamos viviendo un proceso muy similar a la era de la Revolución Industrial. El transporte tradicional de ese entonces, como los caballos, fue reemplazado gradualmente por ferrocarriles; las empresas textiles familiares dieron paso a máquinas automatizadas para la producción en serie. Incluso después de la Revolución Industrial, oficios como los ascensoristas desaparecieron debido a la aparición de ascensores automáticos. El problema es simple: nadie quiere estar viviendo en la Revolución Industrial, nadie quiere perder sus empleos, nadie quiere vivir procesos drásticos de adaptación. Pensar en parar el desarrollo de ferrocarriles con los ojos de hoy sería impensado. Sin embargo, la llegada de los avances en IA es inevitable, e invenciones aún mayores serán vistas en los próximos años.